El sapo verde (¡Cuánto cuento!, editorial Algar)
Ese sapo verde
se esconde y se pierde;
así no lo besa
ninguna princesa.
Porque con un beso
él se hará princeso
o príncipe guapo;
¡y quiere ser sapo!
No quiere reinado,
ni trono dorado,
ni enorme castillo,
ni manto amarillo.
Tampoco lacayos
ni tres mil vasallos.
Quiere ver la luna
desde la laguna.
Una madrugada
lo encantó alguna hada;
y así se ha quedado:
sapo y encantado.
Disfruta de todo:
se mete en el lodo
saltándose, solo,
todo el protocolo.
Y le importa un pito
si no está bonito
cazar un insecto;
¡que nadie es perfecto!
¿Su regio dosel?
No se acuerda de él.
¿Su sábana roja?
Prefiere una hoja.
¿Su yelmo y su escudo?
Le gusta ir desnudo.
¿La princesa Eliana?
Él ama a una rana.
A una rana verde
que salta y se pierde
y mira la luna
desde la laguna.
Mondadientes (Papandujas y zarandajas, Hiperión)
Es Mondadientes palillo
espigado y amarillo.
Viene de maderas nobles,
es hijo y nieto de robles.
Su abuelo fue paladín
famoso por su espadín.
Atraviesa un pepinillo
sin despeinarse el flequillo
y una aceituna olivera
sin pestañear siquiera.
Aunque no es lelo ni bobo,
entra en la boca del lobo,
blande su espada y, valiente,
desafía a cualquier diente.
Es Mondadientes palillo
espigado y amarillo.
El desordenador (Versos de colores, Editorial Hiperión)
Anda el ordenador
subido de color
y algo desordenado
desde el martes pasado.
Navega en un mensaje
sin pasaje ni viaje.
Vaga etéreo y errático
por el mar informático.
Una computadora
cubana lo enamora,
atravesando el charco
sin avión y sin barco.
Lo conquista despacio
por el ciberespacio.
Al cabo le da coba,
entre arrobo y arroba..
Con un abracadabra,
de palabra en palabra,
lo vuelve del revés:
la cabeza en los pies.
Padece hipertensión,
se le mueve el ratón,
se le abre una carpeta,
se vuelve majareta…
Archiva corazones
por todos los rincones.
Imprime sólo flores
de todos los colores.
Y vive enamorado,
día y noche colgado
del hilo telefónico,
en su cielo electrónico.
La caracola (Unos animales muy originales, Editorial CEDMA)
La caracola,
de carambola,
caracolea
con la marea.
De una cabriola
sube a una ola.
Baja deprisa,
le da la risa.
La caracola,
de carambola,
llega a la arena
para la cena.
Ser hada madrina (El hada Roberta, Editorial Bambú, nuevo sello de Casals)
Trabajar de hada madrina
es, sin duda, una tarea
la mar de dura y cansina
que a cualquier hada marea.
Si te toca un pez dorado
que está aprendiendo a nadar,
es un rollo lo mojado
y lo frío que está el mar.
Si un murciélago cegato,
no puedes perder puntada;
pues se pasa todo el rato
de tropezón en trompada.
Lo peor es si una moza
polvorienta y desastrada
quiere ir al baile en carroza
la mar de emperejilada.
Hay que buscar, ¡qué trajín!,
ratones y calabazas
por el huerto y el jardín,
por salones y terrazas.
A un meneo de varita,
pronunciar un trabalenguas
para ponerla bonita
sin que se líe la lengua.
Y es que un hada vive a cien
esforzándose un montón,
porque esto de hacer el bien
exige dedicación.
Se pasa frío y calor
y te da mil sofocones;
¿pero hay oficio mejor
que alegrar los corazones?
Nana para dormir a una vampira (El libro de los monstruos, Toromítico)
Duérmete,
vampira mía.
Duérmete
que ya es de día.
Duérmete sin inquietud
en tu pequeño ataúd
con la sábana morada,
sin tener miedo de nada.
Ten sueños muy apacibles
con murciélagos horribles,
cementerios, sepulturas
y noches negras y oscuras.
Duerme mientras brille el sol
con mi nana en si bemol
y tu pijama de andrajos,
sin pensar nunca en los ajos.
Y cuando a las doce y cinco
te despiertes dando un brinco,
te daré, bebé llorón,
sangre fresca en biberón.
Duérmete,
vampira mía.
Duérmete
que ya es de día.
MANOLITO EL CARACOL (Unos animales muy originales, editorial CEDMA)
Manolito el Caracol
sale sólo si hace sol,
pues no le gusta ni un pelo
que llueva lluvia del cielo.
-Es caracol de secano
-explica a todos su hermano.
-Sueña de noche y de día
con vivir en Almería.
¿Y qué hace un caracol
viviendo bajo una col,
si él lo que quiere es estar
muy cerquita de la mar?
Manolo le echa coraje,
coge todo su equipaje
y se dispone a viajar
hasta Roquetas de Mar.
¡Vaya, vaya, vaya, vaya..,
pero qué enorme es la playa!
Y olvida pronto su pena
tomando el sol en la arena.
Un día llega una ola,
arrastra una caracola…
y Manolo, de repente
se enamora locamente.
Caracola y Caracol
son felices bajo el sol:
se pasean por la orilla,
de la mano y sin sombrilla
Caracol y Caracola
ya no están solo ni sola
y se quieren a rabiar
allá en Roquetas de Mar.
LAS GAFAS DE LA JIRAFA (Unos animales muy originales, Editorial CEDMA)
La jirafa Rafaela
usa gafas de su abuela,
porque desde allá arribota
no ve ni hache ni jota.
Creyó que un enorme pino
era un jirafo muy fino
que le iba a hacer la corte.
¡Vaya corte!
Que un erizo con un año
era una esponja de baño
y se lavó en bañador.
¡Qué dolor!
Que la serpiente Consuelo
era un lazo para el pelo
y la llevó en la cabeza.
¡Qué belleza!
Que un avestruz con sombrero
era un hermoso florero
y lo colocó de adorno.
¡Qué trastorno!
Y que era Alejo el Cangrejo
un despertador muy viejo
que atrasaba con frecuencia.
¡Qué paciencia!
La jirafa Rafaela
usa gafas de su abuela,
porque desde allá arribota
no ve ni hache ni jota.
Autora: Carmen Gil
Felicidades por estos textos tan hermosos para los niños.