Cada cual, a su manera
El elefante Facundo
vivía con lujo y pompa
y miraba a todo el mundo
por encima de la trompa.
El paquidermo arrogante
gritaba cada mañana:
«Soy el ser más importante
de la sabana africana».
Y murmuraba el ratón
observándolo curioso:
«Este animal fanfarrón
es la mar de vanidoso”.
Facundo, en una solana,
a la hora del crepúsculo,
se enredó en una liana
y no movía ni un músculo.
La situación, ya de noche,
sin duda era peliaguda.
El elefante fantoche
pedía auxilio y ayuda.
Menos mal que al ratoncito
le llevó la voz el viento.
En cuanto oyó el primer grito,
acudió en su salvamento.
Roía sin un respiro
liana de tal calibre.
Al alba, dando un suspiro,
el paquidermo era libre.
Aquel día, el elefante
gritó a la sabana entera:
«Todo el mundo es importante,
cada cual, a su manera».
Carmen Gil