El viaje de Lía
Como a la astronauta Lía
le encanta la astronomía,
viaja con traje espacial
al espacio sideral.
Ve que el Sol es una estrella.
No es más grande ni más bella.
Alrededor hay cometas
y dan vueltas los planetas.
Mercurio es el más pequeño.
Ese planeta es un sueño.
Tendrías, si allí vivieses,
un cumple cada tres meses.
Venus es el más caliente,
y gira a contracorriente.
Además el sol, ¡qué extraño!,
sale dos veces al año.
La Tierra, que es nuestro hogar,
con su luna y tanto mar,
es un planeta rocoso
y un lugar maravilloso.
La nave se acerca, ¡ojo!,
A Marte, el Planeta Rojo,
y Lía anota en su informe
que tiene un volcán enorme.
Es Júpiter un gigante
−por detrás y por delante−,
más grande que los demás
−por delante y por detrás.
En el paseo nocturno
le toca el turno a Saturno.
Cada anillo es tan brillante
que resulta fascinante.
Con su color azulado,
Urano gira de lado
y también rota al contrario.
¡Un planeta extraordinario!
Es Neptuno, sin remedio
−tarda más de siglo y medio
en darle la vuelta al Sol−,
más lento que un caracol.
Lía un lunes a las siete
aterriza en su cohete,
porque ha llegado el final
de su excursión sideral.