MIEDO
Pálida como la cera,
Tita tiembla en la escalera,
desde un pie a la coronilla,
igual que un flan de natilla.
Pese a que el día está helado,
suda más que un pollo asado.
Le late, sin ton ni son,
muy deprisa el corazón.
Mira al suelo cejijunta
y, con los pelos de punta,
pregunta de vez en cuando:
“¿Qué rayos me está pasando?”.
Se da cuenta, de repente,
de que es miedo lo que siente,
a un dragón imaginario
que hay metido en el armario.
Huye Tita a la cocina,
se tapa con la cortina
Y después, en el salón,
se esconde tras un sillón.
A la niña le parece
que al huir el miedo crece.
Oye una voz en su mente:
“Respira profundamente”.
Ahora solo necesita
su capa de Supertita,
aspirar hondo y, quizás,
la ayuda de sus papás.
Tita va a su habitación
para hacer frente al dragón.
Abre su armario asombrada:
¡allí no hay nada de nada!
Su blusa verde limón
era el temible dragón
A Tita le da la risa.
¡Todo por una camisa!
(Carmen Gil)